miércoles, 30 de noviembre de 2011

Twitcam aristocrática nº1 – Entrevista a David García Martín

            

             Ayer, 29 de noviembre de 2011, tuvo lugar la TWITCAM ARISTOCRÁTICA nº1 del Condado de las Letras (https://twitter.com/#!/Condado_Letras). Y en esta ocasión no podíamos dejar de invitar a un compañero y gran amigo: Él es periodista. Él es poeta. Él es boxeador. Él tiene dos gatos y un dragón. Él es DAVID GARCÍA MARTÍN del http://residenciaenlared.blogspot.com/



            Antes de nada, queríamos decir que en este espacio impera la libertad. De los invitados no esperamos ni verdades, ni solemnes justicias: pueden mentir, inventar realidades, fantasear, porque la sinceridad no existe y si existiera no nos sacaría de nada, líricamente hablando. La única cosa que pedimos es ser sublimes.     

            Os dejamos con la entrevista, en la que hablamos sobre su blog, su faceta periodística, su poética, sus obsesiones, y un poquito de metafísica:

            El marqués Santiago Sevilla hizo un resumen muy acertado en su blog de los principales temas tratados anoche:



Condado de las Letras

domingo, 27 de noviembre de 2011

Delicadeza IV (La de tu nariz)

“O poeta não se conforma de não conhecer
todas as formas da delicadeza”
Cacaso




Para plasmar la delicadeza de tu nariz:

Sin hesitación reconociste tus deseos anónimos en las escaleras externas de mi cuerpo. Aquella noche, tu nariz te trajo hasta el sudor de mis tigres íntimos. Las lunas de marzo paseaban por todos los trópicos buscando nuestras salivas espesas que olían a la sangre de los tulipanes. Aquella noche, tu olfato mamífero anticipó los ciclones de las musas despreciadas.


Condesa Lara

jueves, 24 de noviembre de 2011

Delicadeza III (La de tu nuca)

“O poeta nao se conforma de nao conhecer todas as formas da delicadeza” Cacaso




Para plasmar la delicadeza de tu nuca:

Todavía no me he acostumbrado al alcance de mis dedos cuando tocan la orilla de tu piel, justo en ese punto donde tu pelo invade la opacidad de este cobijo. Tu nuca jamás me ha hablado de metafísica, sino de pañuelos y de perfumes, y de la anatomía arcana de los besos. Entregada, tu nuca me invita a los escalofríos del último oleaje.


Condesa Lara

GRITO

Escritos de la Ilustre Cuadrilla

En los Escritos de la Ilustre Cuadrilla de hoy les dejamos en manos del célebre marqués Santiago Sevilla: escritor, crítico y uno de los más generosos compañeros con el que nos hemos topado en esto de la Literatura. Prueba de su generosidad es el cuento que sigue, inspirado en un poema de la Condesa "Apocalipsis o A todos derramas tu sal" . Esperamos que disfruten de este ambiente de misterio y lujuria.

          Les dejamos con él.
Condado de las Letras

           


GRITO

Después de la consulta, no me quedaban ganas de ir a casa, ni tenía fuerzas para llamar a Víctor y a Carol. No, no quería pensar ni hablar de Micaela. Vagabundeaba por el centro, con la conciencia de que acabaría en Huertas. Es fácil dejarse llevar y entrar donde te inviten a un chupito, pero no lo es desprenderse de las obsesiones. Los bares están llenos de chicas con el pelo, los ojos o la risa de Micaela.

Pasé muchas noches de melancolía hasta una en que, cuando estaba por marcharme a casa, me llamó la atención un cartel con letras de un rojo violento, que decían Sussona. Como no lo había visto hasta entonces, pensé que sería nuevo; y, por curiosidad, entré. Si bien el sitio no parecía tener nada de particular, pedí una copa. El local estaba a rebosar, tomé el vaso y caminé hacia el fondo. Casi todo el público eran hombres y me pareció advertir que, además, la mayoría de ellos iban solos. Me resultó raro, hasta que apercibí que las camareras eran todas mujeres. Los hombres somos así, creemos que, con el roce y dos o tres frases galantes, podemos convencerlas para ir a un after después de su turno. El local tenía forma de pasillo, una tosca barra repleta de botellas, las paredes desnudas y, en cambio, al fondo caían unos velos de hermosos colores, con bordados muy finos, que representaban un lago rodeado de árboles.

Cuando estaba terminando la copa, me fijé que algunos hombres dejaron de bailar, se apiñaron en el fondo y regresaron sobre sus pasos. En el centro de ellos estaba una mujer, que se movía con la seguridad y el deje despreciativo propio de las mujeres inaccesibles; y los hombres seguían sonrientes cada uno de sus pasos, como bailarines que luchan por abrirse paso hasta la diva. Contemplaban cada uno de sus movimientos, pedían una de sus miradas de acero y soñaban con una noche a solas.

La teníamos muy cerca, podíamos oler su perfume de flores y, cuando bailaba estrepitosamente reggaeton, chocábamos con sus caderas. Pese a todo, ella decidía quién podía acercarse. Después de muchas noches, deduje que llegaban a Sussona tres clases de hombres. Los primeros se abrían paso a golpe de caderas, mantenían su mirada arrogante sobre Sussona y bailaban con ella una canción; los segundos pagaban una ronda, conversaban con ella con nerviosismo y se llevaban una marca de carmín en el cuello; y los terceros eran elegidos por el capricho de Sussona.

Cada fin de semana volvía a Huertas, inquieto por ir al Sussona. Me pasaba una cosa extraña, si trataba de ir a ese bar, no lo encontraba. Subía y bajaba por la calle Huertas, daba una vuelta por Santa Ana, me metía por Echegaray por si acaso... En cambio, si me dejaba llevar por mis vagabundeos, me topaba con él. Iba hasta el fondo, pero me quedaba en un segundo plano y observaba, hasta que, una vez, Sussona hizo un ademán a los demás para que se apartasen, puso la palma hacia arriba y flexionó los dedos para que me acercase. Me cogió la mano, estaba fría, y me arrastró hacia el fondo. Tras los velos había una alcoba que olía a incienso, el suelo estaba cubierto de cojines y bujías y, detrás, una cama de dosel con sus velos. Sussona comenzó a bailar, sus caderas chocaban con las mías, sus brazos me estrecharon y caímos en la cama. Ella se apretaba contra mí y me lamía el cuello con ansia, como si buscase algo dentro de mí, con tanta fuerza que sentí dolor. Rechazó mi beso, me levantó la camisa y me besó de nuevo con voracidad en el vientre y en el pecho. El placer y el dolor se volvieron inseparables, demasiado intensos. La oí gritar con desgarro: «Haya confusión de mares, lunas y espejos» y perdí la conciencia.

Los médicos se alegraron mucho de que hubiese conseguido despertarme. Me habían encontrado tirado en la trastienda de un local abandonado y había estado una semana sin conocimiento. Me llevé la mano al cuello y me hice daño al tocar la costra que descubrí. Pese a que me encontraba débil, me incorporé y me abrí el pijama. Tenía en el vientre y en el pecho incisiones amoratadas, que me hicieron gritar estremecido.

Santiago Sevilla

sábado, 19 de noviembre de 2011

Enrique Bunbury dando tumbos por el mundo – PARTE 1: RADICAL SONORA

“Este hombre no se decide, vacila; ahora, parece afirmar una cosa, y luego la contraria: está lleno de contradicciones; no le puedo encasillar; ¿qué es?”
(Miguel de Unamuno, Del Sentimiento trágico de la vida)








La contradicción a veces parece engendrar fulgores, cuyas realidades, llenas de sugestiones, dejan tras de sí incendiarias obras. Y es que, durante años Enrique Bunbury se ha mostrado antojadizo, zigzagueante, en una búsqueda consciente a tumba abierta por esbozar inquietudes,  diferentes impulsos que parece como si le llegasen en torbellino, tanteando así una multitud de sonidos, o mejor dicho, adueñándose de ellos. Diríase que en cuanto creemos que ha encontrado su lugar, tan pronto como empezamos a entender lo último en lo cual ha dejado su impronta, él ya se muestra amodorrado, y huye despavorido de allí con la intención de escudriñar nuevos estímulos que lo alejen de donde viene, de donde se siente ya absolutamente lejano.

Ésta es la personalidad de nuestro músico: “un culo inquieto” –como él se denomina-, un inconformista radical, un investigador constante de estéticas, un acanallado viajero que recorre por instinto la manigua de los trópicos, pero que, por encima de todo, vaga por los recovecos interiores de sí mismo. Dos viajes que se complementan, uno exterior, revelador de su inabarcable deseo de plenitud, y otro interior, en el cual apela a las galerías machadianas del alma.

Cuando aparece Radical sonora allá por el año 1997, su primer disco en solitario después de la disolución de Héroes del Silencio, Bunbury cuenta ya con treinta años y cuatro álbumes de estudio con dicho grupo. Pese a tener ya una trayectoria bastante consolidada en el panorama, decide encararse frente a su espejo y abrirse camino con voluntad firme y decidida, rompiendo de esta manera con un pasado arrugado que lo asfixiaba. Sus ideas corren ahora por otros contornos, por otras diagonales. Innovador y nervudo, con el pelo corto y una pretendida imagen que dista bastante de la anterior, se retuerce en una mescolanza de sonidos árabes y de estilo drum´n´bass, pero anudados por una línea rockera que es la que da una perfecta coherencia a todo el álbum.

              El tema que mejor refleja la nueva silueta que afronta es con el que se abre el disco: “Big Bang”, una declaración de intenciones de ese espíritu rompedor, de ese diálogo personal que Bunbury hace consigo mismo y con el cual quiere autoconvencerse de su nuevo camino: “ignora fronteras, no hay ni una de ellas que merezca de veras la pena”. Ese imperativo al inicio del verso es una orden sugestiva que él se impone, y que demuestra el zarpazo definitivo que da a los límites que tenía con Héroes. Además, en medio de la canción Bunbury nos dinamita con estas preguntas retóricas: “¿qué decides? ¿qué prefieres?”, que suenan a aullido y a grito descarnado, que afirman la decisión que uno tiene para moldear su propio destino. Uno y sólo uno es el que puede alterar el orden de los acontecimientos: “tú decides qué”.

En “Negativo”, segundo corte del álbum, nos hace una interesante lectura de su vida: bares, sueños, drogas, mujeres, fama, dinero, música; un repaso emocionante y un guiño audaz a su pasado, hecho con pinceladas de recuerdos fragmentados, desmenuzados éstos con pictórica técnica expresionista. Hay aquí una resistencia al recuerdo, a regodearse en la nostalgia; no es que el pretérito sea negativo, sino que es la añoranza la que puede dejar heridas abiertas que harían difícil la continuidad y el progreso futuro. Por eso, después de rememorar con palpitado sentimiento los detalles de antaño, hace un deliberado desprecio en un crescendo rabioso, cuya negación lo abofetea y lo devuelve al momento presente: “no, no, no, decididamente, decisivamente, definitivamente no”. Se aparta de sentimentalismos y sensiblerías, trabaja con la memoria, para acto seguido negarla, para luego dejar su mente en blanco y empezar de cero.

“Contracorriente” y “Servidor de nadie” son los dos temas que mejor enlazan con esta temática de la que estamos hablando, en la medida en que la gran metamorfosis en la que está inmerso nuestro músico, conlleva una rebeldía de maldito que lo sitúan en una esfera romántica en la que se siente distinto a los demás. Advertimos, pues, una insatisfacción con el mundo: “a los tabúes establecidos por mediocres y poderosos rechazo y me burlo”, un deseo vehemente de libertad: “contra el vacío admitido, me lleno de sustancia”, un individualismo alimentado de insolencia: “caprichos, manías, contradicción o atrevimiento; descaro, groserías, oposición y menosprecio”, y sobre todo ese deseo de lo absoluto: “contra la distancia, la unidad completa”. Bunbury desobedece las reglas establecidas y se aparta del camino más transitado, reivindica los impulsos más rebeldes oponiéndose al mundo en el que vive.

Efectivamente, este espíritu romántico se nos hace aún más evidente en “Alicia (expulsada al país de las maravillas)”, donde se aparta de la realidad a través de la imaginación, a través de los lados oscuros de la razón, ensanchando así sus límites con fantasías ubicadas en el mismo inconsciente: “Alicia es siempre tan breve que ya ha terminado”. Es cuando se exploran esas galerías que normalmente están vedadas por la racionalidad, es cuando nace la inspiración necesaria para que empiece la obra.

Quizás Radical Sonora no sea el álbum más sugerente de Enrique Bunbury, no obstante es en el que se empieza a fraguar su peculiar personaje y se comienzan a esparcir los pedazos de su auténtica personalidad, porque como dice la cita de Miguel Hernández que acompaña al disco, “sólo soy yo cuando estoy solo”.


(continuará…)


Conde Soto

domingo, 13 de noviembre de 2011

Festival Eñe – Caballero Bonald, la memoria como profecía

Llego cinco minutos tarde. Entro en el salón de columnas del Círculo de Bellas Artes. Es la primera vez que estoy allí. Existe una niebla que surge de los escasos focos de luz sobre un escenario central y oscuro. La luz se reverbera en las dos cabezas canosas de José Manuel Caballero Bonald y Juan Cruz.



Nada más sentarme escucho un “a mí no me interesa la realidad, como mucho la perspectiva, pero por encima de todo está el lenguaje”. Caballero Bonald dice que lo que hace es crear únicamente con palabras: imágenes y metáforas; es con y por el lenguaje que consigue crear realidades literarias. Dice también que si él tuviera que escribir con palabras cotidianas, con la sintaxis oral, tal y cual la vida misma, no escribiría, preferiría vivir. De ahí que el trabajo literario sea un proceso de transformación de las cosas y de la vida en otras deliciosas equivocaciones.



También habla de la memoria. “La memoria es fundamental para un escritor, pero hay que transformarla, modificarla de acuerdo con las necesidades del propio texto”. Entonces yo pienso en la memoria que deben de tener esos pelos blancos. Pienso en mi juventud, en mi cuerpo aún sin cicatrices del tiempo. Pienso en la memoria de esta sala - ¿esta sala tiene memoria? - en el edificio, en el cemento que resiste al tiempo y que no se acuerda de nada. Bonald sigue: quien recuerda se equivoca. Hay recuerdos falsos, recuerdos ajenos de los que uno se apropia. Y que de pronto uno piensa que ha vivido cosas que no ha vivido, pero que literariamente esto también es muy atractivo. A mí me sirve exactamente igual contar cosas falsas o mentir que contar verdades. La literatura no es una cuestión de verdades, ni de solemnes justicias. Es una cuestión de lenguaje. Y lo que uno utilice para canalizar sus preocupaciones humanas es igual que sea verdad o que sea falso”. Dice eso porque su compromiso único es con la literatura: ni la vida, ni la realidad, ni la verdad atrapan a este señor de 85 años que dice que “cuanto más mayor me he vuelto más rebelde” y esto se nota.

La charla se acaba. No me parece que haya pasado ya una hora. Vengo a casa y me encuentro con unos versos de Bonald:

Mi propia profecía es mi memoria:/
mi esperanza de ser lo que ya he sido.

Como todos los poetas, Bonald es una fascinante verdad inventada.



Condesa Lara

jueves, 10 de noviembre de 2011

Festival Eñe – Entrevista a Alberto Anaut

El Festival Eñe nació en Madrid allá por el año 2009 con el objetivo de ser un encuentro de escritores, lectores, editores, críticos y demás interesados en la literatura y en el arte en general. En plena crisis económica, un proyecto como éste podría parecer una deliciosa locura, sin embargo los números han demostrado que un trabajo bien hecho es una garantía de éxito: ésta será la quinta edición en total y la tercera en Madrid (las otras dos tuvieron lugar en Uruguay y en Perú). Para abril de 2012 ya está concertada la cita del Festival en México DF.

El Festival Eñe 2011 será en el Círculo de Bellas Artes los días 11 y 12 de noviembre, a donde acudirán ciento diecinueve participantes, entre los cuales hay tanto escritores consagrados como nuevos, españoles e hispanoamericanos: Ana María Matute, David Trueba, Joaquín Pérez Azaústre, Luis Alberto de Cuenca, Manuel Vicent, etc.

Para mayores informaciones sobre la programación:

Todavía puedes comprar tu abono en:



ENTREVISTA A ALBERTO ANAUT
           
            Él fue periodista económico de gran éxito (Revista Mercado, Diario 16, Cinco Días, El País). Él es director de La Fábrica.  Él es madrileño y madridista. Él es Alberto Anaut:



Condesa Lara - Como le he dicho, soy brasileña y me gustaría saber si existe la posibilidad de un Festival Eñe en un país no hispanohablante.
Alberto Anaut – Sí, sí y en concreto tenemos un proyecto para hacerlo en Brasil. El Festival Eñe en Latinoamérica lo hacemos de la mano de la Agencia Española de Desarrollo. La próxima edición del Festival en América lo vamos a hacer en DF (Ciudad de México) por petición de la Ministra de Cultura de la Ciudad de México. El año siguiente tenemos ya una petición de Miami para conmemorar los quinientos años del descubrimiento de Florida. En Brasil lo haremos relativamente pronto, porque sí que queremos que sea un Festival español pero también un Festival Ibérico e Iberoamericano. La cultura portuguesa es muy importante y la cultura y la potencia brasileña también. No podéis tener un Campeonato de Fútbol y no tener un Festival Eñe…
CLEs verdad (risas). Es aquello que decía Dostoievsky que “la mejor manera de ser universal es narrar muy bien tu propia aldea” ¿no? Entonces también pienso que el Festival Eñe tiene toda la potencia de ganar proyección internacional como una manera de defender la hispanidad y el idioma español.
AA – Sí, sin duda.
CL – Quería saber como usted ve los cambios que internet ha provocado en la manera en la que una persona se hace conocida en el “mundillo”. ¿Es mejor tener un blog público o es mejor guardar obras originales e inéditas para la publicación tradicional en una editorial?
AA – Bueno, yo creo que son compatibles las dos cosas. No me imagino un libro publicado en un blog. Bueno, aunque si pensamos en el folletín del siglo XIX, que publicaba las partes de una obra en un periódico, sí que nos lo podemos imaginar. Creo que el blog es un medio fundamental para establecer una red de contactos y de difusión, para darse a conocer. Para  la Revista Eñe internet es muy importante. Por ejemplo, el premio Cosecha Eñe cuenta con más de 3000 candidatos, y un número así de participantes sólo se consigue gracias a internet. Sin esta plataforma, sería prácticamente imposible. Y además, para la propia difusión del festival es muy importante, porque aquí nos juntaremos siete u ocho mil personas, pero el alcance que va a tener en la red es incalculable.
CL – Es verdad. Ahora me gustaría preguntarle más por su trayectoria profesional. ¿Cuál es el gran equívoco que las personas cometen al hablar de usted?
AA – Mucha gente se piensa que soy catalán. (risas). Y en lugar de llamarme Alberto, me llaman Albert.
CL – A lo mejor es por su apellido.
AA – Sí, sí, pero el apellido no es catalán, es de Navarra, es un apellido vasco. Pero mucha gente me llama Albert, pero a mí ya no me importa.
CL – Usted es de Madrid ¿no?
AA – Sí, soy de Madrid.
CL – ¿Y  madridista también?
AA – Por supuesto. Futbolero y madridista.
CL – Pues mira, yo también soy futbolera.
AA – ¿Y  madridista también?
CL – Aquí en España sí, por supuesto. Bueno, volviendo a las preguntas, usted viene del periodismo económico ¿Qué cosas tienen en común la economía y la cultura?
AA – Las empresas. Tienen las empresas en común. Y es muy importante porque La Fábrica también es una empresa, entonces nuestra manera de mirar la cultura es como una organización, y acreditamos que esto es un valor positivo, no un lastre. Yo realmente nunca habría podido  poner en marcha algunos proyectos si no hubiera sido periodista económico. Nunca lo había pensado antes, pero tu pregunta me ha hecho pensar y podríamos decir que es así.
CL – Muchas gracias. Usted por su trayectoria se nota que es muy aventurero, muy inquieto, ¿usted sigue a los sabios o a los locos?
AA – Me gustaría seguir a los sabios…
CL – (risas) Y ese “me gustaría” significa que…
AA – Significa que en cualquier aventura hay un punto no sé si de locura, pero por lo menos de inconsciencia. (risas) Yo siempre comento con amigos que los empresarios lo son porque realmente no tienen la información de lo que es el sufrir ser empresario (risas), si la tuvieran, no lo serían. Pero bueno, yo creo que poner en marcha algunos proyectos es una bendición, una gran suerte y eso es lo que compensa el esfuerzo y las dificultades.
CL – Con tantos proyectos y frentes como La Fábrica, Matador, Revista Eñe, Photoespaña… ¿le falta tiempo o le sobra tiempo?
AA – Me falta tiempo porque intento además vivir. (risas) Y creo que lo consigo. Bueno La Fábrica es lo que engloba todo, y luego está la editorial, la galería de arte… Tenemos una organización en que cada área lleva un director. Yo soy director de La Fábrica y director de la editorial. Ese doblete me lo pone un poco más difícil. Si solamente fuera director de una cosa o de otra creo que sería más fácil. Pero yo tengo una cierta capacidad de trabajo, tenemos un equipo estupendo y tomamos decisiones con cierta facilidad…Pero digamos que duermo poco (risas)
CL – Pero eso todos, ¿no?
AA – Sí es muy común en Madrid
CL – Para terminar: ¿Cuál ha sido el escritor que usted no ha leído y no le ha gustado?
AA – No sería justo para ningún escritor decir que no lo he leído y no me ha gustado, pero…
CL – Si quiere puede ser un escritor que esté muerto…
AA – No, entiendo que tú quieres que yo sea un poquito provocador…pues digamos que Arturo Pérez Reverte.
CL – Y la última: su lema es…
AA – Tengo dos. En La Fábrica tenemos muchos lemas. Nuestro gran lema es “nada da igual”, incluso lo tenemos puesto en la puerta, porque significa un espíritu. Pero hablando del Festival Eñe, le aplico el segundo lema que es “hay que intentarlo”.
CL – Muy bien. Muchísimas gracias.
AA – Muchas gracias a ti.


Condesa Lara

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Delicadeza II (La de tus orejas)

“O poeta nao se conforma de nao conhecer todas as formas da delicadeza” Cacaso






Para plasmar la delicadeza de tus orejas:


El perímetro del pomo de tu cabeza es el contorno completo de todo tu tiempo: laberintos áureos de cartílagos, lóbulos rebeldes, jardines de queratinas, y escaleras musicales por donde subo para escuchar el canto de las sirenas que nos atrajeron con la promesa de que no somos mortales porque somos dioses. Por ello, tu oreja es el fracaso de la sangre.

Condesa Lara

sábado, 5 de noviembre de 2011

El año de la rubia, el fruto estéril del deseo






El año de la rubia de Jesús Nieto Jurado es una novela corta de 85 páginas, pero en la que se narra la experiencia de una vida entera. Bajo la clave metonímica de la parte por el todo encontramos la representación amplia de su significado: el año por la vida, y la rubia por todos los ideales frustrados e inalcanzables.

El año del título se condensa en un verano: un instante desmayado, una angustia en el bochorno de la siesta, sobre el que buscamos a deshoras un cosquilleo desvanecido en la arena. El verano es siempre una promesa: la de licores frescos, la de besos en las orillas del cuerpo, la de suicidios estivales. La rubia es toda la promesa del verano. La rubia es la única promesa de una vida tediosa cuyo paso está marcado por la caída rítmica del cabello y por los botellones a pie de plaza.

No obstante, hay veces que el verano no cumple lo que promete, como también hay veces que la vida atropella pasiones, destruyendo así el arrojo que bulle en los amaneceres de junio. La imagen de la rubia se había configurado como la única salvación posible para sesgar la tragedia cotidiana, y su conquista habría sido la consagración victoriosa de alguien acostumbrado a perder, habría sido la dilatación del estío más allá de sus límites. Pero el ideal de la rubia se desvanece con la primera brisa del otoño.

Como bien sabemos, la posesión del objeto mata el deseo. En El año de la rubia los objetos anhelados nunca se llegan a conseguir, son fracasos sucesivos que atrofian la realización ideal de uno mismo. Por ello, hay un rugido polvoriento en cada fragmento de la memoria. Además, el deseo está plasmado en la novela porque sigue vivo, porque no se ha poseído ningún objeto; es necesario este fracaso para que exista la obra. El año de la rubia es fruto estéril del deseo. El año de la rubia es toda una promesa.


Condado de las Letras

viernes, 4 de noviembre de 2011

La imaginación

Escritos de la Ilustre Cuadrilla

Hoy tenemos el placer de recibir a un invitado muy especial en nuestros Escritos de la Ilustre Cuadrilla: el escritor y columnista de El Norte de Castilla, el célebre duque Eduardo Martínez Rico, poseedor de una cualidad fundamental para uno que se dedica al oficio de la palabra: la capacidad de escuchar. Escuchó a Francisco Umbral en sus dos libros sobre el escritor (Umbral: vida, obra y pecados y Umbral: las verdades de un mentiroso ilustre), escuchó a Pedro J. Ramírez en su Tinta en las venas, por citar algunas de sus obras. Ahora nos toca a nosotros escucharle:
(el texto que sigue fue escrito hace algunos años)


LA IMAGINACIÓN


            Una de las facultades más grandes del hombre, más divinas, es la imaginación. Los niños la poseen muy desarrollada y poco a poco la van perdiendo. No sé por qué ocurre esto: ¿la perdemos porque es algo natural en nuestra vida, o porque hay causas extrañas que propician esta pérdida? Tengo la intuición de que el colegio y la Universidad atentan contra la imaginación. Nuestra educación nos da muchas otras cosas, pero apaga las imágenes que aparecen en nuestra mente, nuestro “cine” interior.
            Me acuerdo, cuando era pequeño que les decía a mis compañeros en el recreo, en el colegio, que cerraran los ojos porque “salía cine”. No hacía falta más que cerrar los ojos para que afluyeran las imágenes a la mente y se vieran con la misma nitidez con que vemos una película. Yo eso lo perdí.
            He leído mucho a lo largo de mi vida, a veces pienso que he leído demasiado, he escrito mucho, y durante muchos años tuve apagada mi imaginación. Leía, pero no imaginaba; entendía lo que decían los autores, sus ideas, sus explicaciones, y seguía la trama de las novelas, pero no las volvía en imágenes. No veía a los personajes, ni los escenarios, nada. Eso yo creo que me ocurrió con más fuerza durante la Universidad. Estudié Filología, y no paré de leer, tampoco paré de escribir. Salvo excepciones, y estoy recordando un cuento sobre el Cid, “El signo de interrogación”, no veía, no imaginaba lo que escribía. No sé por qué pero el Cid, a mí, me devuelve la imaginación.
            Fue precisamente cuando me puse a escribir la novela Cid Campeador, que volvió la imaginación a mi mente. Veía a los personajes, las batallas, los trajes, los caballos, el ceñidor, la gran joya que levanta la codicia de los personajes… Se puede escribir de muchas maneras, pero parece elemental que cuando uno escribe un cuento o una novela imagine lo que está escribiendo. Yo sostengo que si un novelista no consigue ver lo que está escribiendo, tampoco lo hará el lector, aunque hay muchos tipos de lectores, por supuesto. También hay muchos tipos de escritores.
            El otro día di una charla en la Universidad Complutense, e Isabel Colón, la profesora que me invitó, comentó al terminar el acto que Tölkien, el gran escritor de la imaginación, el autor de El señor de los anillos, decía que cada escritor trabajaba con su formación y que él era filólogo, es decir, él trabajaba con las palabras. Y consiguió crear un inmenso universo imaginativo, lleno de tierras ignotas y personajes fabulosos, lenguas nuevas, etc.
            Si algo me gusta, y me inquieta, de la literatura es que no hay reglas, o todas son susceptibles de romperse. Alguien puede decir que una obra es muy mala, pero quinientos que es magnífica, y al revés. A mí me preocupa que me rechacen destempladamente un libro de una editorial, y en cambio me lo publique otra, y con razonable éxito. Que un lector me alabe y otro me critique furibundamente. Pero éste es un reino abierto, fértil, inabarcable, maravilloso.
            La imaginación es un túnel interior que llevamos dentro; unos lo tenemos apagado y otros lleno de luz. Por ese túnel aparecen toda clase de cosas que vamos descubriendo mientras que avanzamos. Nosotros creamos todo ese mundo, pero va apareciendo solo, por sí mismo. La mejor manera de explicarlo, hoy, es utilizando el cine: se va gestando una película en nuestra mente, un poco sola un poco gracias a nosotros, y nosotros la controlamos en cierto modo, pero sólo en cierto modo. Es una capacidad, un poder, divino, consciente e inconsciente.


                                                                                  Eduardo Martínez Rico